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Gracias por leer mis relatos cortos. Magia, aventuras, fantasía... ingredientes que forman parte de estos relatos que han surgido de mi imaginación. Aventuras épicas en un mundo fantástico habitado por diferentes razas y numerosas criaturas. Todos estos relatos están relacionados, más o menos, con un libro que estoy escribiendo.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Amor imposible...o no

     En un pequeño pueblo de la Tierra de Sadrap, llamado Nayrolav, había una casa situada cerca del antiguo camino del sur que, aunque ya era muy entrada la noche, se podía ver luz en una de las ventanas de sus habitaciones. Dos velas daban claridad a la habitación donde dormían los hermanos Lynn y Shenugue, pero estos no tenían muchas ganas de entrar en el mundo de los sueños y se pasaban el rato explicando historias inventadas por ellos. Shenugue estaba narrando las aventuras de un Astag desterrado de su pueblo, de su tierra, por un delito injusto. Su nombre era Dlareg, el guerrero-brujo, vivía en los bosques e iba de pueblo en pueblo buscando la sabiduría suprema. Cuando la historia había llegado al punto de que el héroe llegaba a un pueblo que necesitaba la ayuda de un valiente conocedor de las artes mágicas, les pareció oír un crujido en el pasadizo de fuera la habitación. Los dos hermanos callaron de golpe y agudizaron el oído.
     --¿Has oído el crujido? ¿Venía de fuera..., verdad?-- Preguntó Lynn
, una poco nervioso por que si sus padres los pillaban aún despiertos los regañarían.
     --Calla un momento, que no oigo nada.-- Contestó Shenugue
en voz muy baja intentando escuchar cualquiera ruido.
     El silencio era absoluto, no se oía nada, sólo el latido acelerado del corazón atemorizado de Lynn pensando el castigo que le pondría su padre cuando se diera cuenta que aún no dormía. Cuando parecía que la calma de la noche se volvía en imponer escucharon el chirrido de la cerradura de la puerta que alguien, desde fuera, estaba manipulando. Rápidos como un rayo los dos hermanos, con unos movimientos que parecían ensayados, apagaron las velas y se pusieron cada cual a su cama, dando a entender que dormían plácidamente. La puerta se acabó de abrir, pero ellos casi ni respiraban para no despertar sospechas. El intruso, que parecía no estar convencido de como había encontrado la habitación, acabó de entrar cerrando la puerta suavemente, sin hacer ningún ruido. Caminando como si no quisiese hacer daño al suelo, se fue acercando a las camas donde los dos hermanos se hacían los adormecidos. En medio de los dos camas había una mesa pequeña que hacía las funciones de mesita y es donde habían las dos velas que daban la claridad suficiente para no tropezar si alguien se tenía que levantar durante la noche. Se acercó a la mesa y miró fijamente las dos velas, como esperando que le explicasen los secretos, ocultos entre las sombras, de la habitación. Alzó la mano derecha y la acercó a las velas. Acto seguido su cara adquirió una expresión de satisfacción, como si hubiese confirmado las sospechas que le habían obligado a entrar. Respiró profundamente y, después de dar un vistazo a los dos camas, decidió acomodarse en la cama de Shenugue
. Ella no osaba mover ni un solo pelo de su cuerpo, estaba asustada e intrigada al mismo tiempo pensando quién era el intruso que osaba sentarse a su cama. Su hermano continuaba quieto, protegido por las sábanas, sin saber lo que pasaba y esperando que su hermana le dijese que había pasado el peligro.
     --¿Aún no dormís, chicos?
     La pregunta era en un tono muy afable, con estimación, y la voz era demasiado conocida como por no corresponder con una respuesta.
     --¡Abuelo!-- Exclamaron los dos hermanos quitándose de encima las sábanas y deshaciendo completamente
las camas.
     --Nos has dado un buen susto, abuelo.-- Le dijo en Lynn
mientras su corazón volvía al latido tranquilo de una situación más calmada.
     --No gritéis tanto, chicos, que despertaréis vuestros padres.-- Dijo el abuelo, sabiendo las consecuencias que habrían si los padres se daban cuenta de que todos aún estaban despiertos.-- ¿Como se que aún no dormís? Es muy tarde.
     Los dos hermanos se sentaron al lado del abuelo, uno a cada lado, muy contentos por su inesperada visita. Ambos sentían un gran afecto por él. Y también una gran admiración, su sabiduría despertaba todos sus sentidos. Lo que más les gustaba eran las historias que, de vez en cuando, les explicaba. No sabían si eran reales o no, aunque él les decía siempre que eran ciertas, pero lo que si sabían era que mientras escuchaban éstas historias se sumergían en mundos llenos de magia, aventuras, amor... y eso los gustaba mucho.
     --Estábamos explicando historias, abuelo-- Contestó Shenugue
.
     --¿Por que no nos explicas uno de tus cuentos?-- Dijo acto seguido Lynn
-- Venga, abuelo, por favor...
     El abuelo pareció que se lo pensaba, pero en realidad tenía muchas ganas de explicar alguna historia de las suyas a sus dos nietos preferidos. Una respuesta negativa era imposible.
     --Muy bien, chicos.-- Les dijo mientras se acomodaba en la cama y dibujaba una sonrisa de satisfacción.-- Os explicaré una historia de amor que, aunque parezca increíble, es tan cierta como que estáis aquí sentados uno a cada lado. Lynn
, enciende una vela.
     El chico hizo caso a su abuelo y, después de encender una mecha usando dos piedras hogueras, la acercó y encendió la vela. Acto seguido se volvió en acomodar al lado de su abuelo que esperaba, pacientemente, que acabase el trabajo que le había dispuesto.
     El abuelo se miró a los dos chicos, que estaban nerviosos esperando la narración del cuento, puso las manos sobre las rodillas de sus nietos y, con un tono muy solemne, comenzó la narración:
     "Hace muchos, muchos eclipses, en esta nuestra tierra habitada por diferentes razas y seres, existían los Ordyhs, con sus poderosas garras, dientes y alas. Estas criaturas dominaban los cielos de la Tierra de Hogam, que es como se llamaba nuestra tierra antes de las guerras ocultas contra la oscuridad, y todas las otras criaturas las temían por que eran muy feroces. Un día que hacía mucho viento un grupo de Ordyhs sobrevolaba, desafiando al dios de las tormentas, las costas del mar de Norh, cerca de la ciudad de Ayrrot, cuando uno se dio cuenta de que una mujer humana había caído de su barca de pesca y no podía volver a subir, ya que la barca cada vez se alejaba más por las fuertes olas. La mujer hacía las brazadas más lentas, agotada de luchar contra el mar y la respiración era más dificultosa por que le entraba mucha agua por la boca. Finalmente desistió en su lucha y se comenzó en hundir. ¡Se estaba ahogando! Entonces ocurrió una cosa muy extraña, algo inexplicable, ya que un Ordyhs se apiadó de ella y abandonó el grupo por rescatarla. Hizo un giro en dirección donde la mujer se estaba ahogando y movió sus poderosas alas tan rápido como podía, pese al fuerte viento que soplaba en contra. Al llegar al punto donde la mujer ya era casi engullida por las aguas frenó de golpe, la cogió con sus garras, sin hacerle ningún daño, y la llevó hasta el borde dejándola suavemente sobre la arena de la playa. La mujer estuvo sin conocimiento largo tiempo, cosa que aprovechó el monstruo por observarla. "Qué criaturas más frágiles" parecía pasar por su mente, pero no por ello dejaba de mirarla. Estaba inquieto, como si quisiese marchar volando para volver con su grupo, pero volvía a posar sus ojos sobre la mujer inconsciente. Paulatinamente su corazón comenzaba a palpitar cada vez más fuerte, las facciones agresivas de su rostro se iban transformando, cambiando, suavizando. Una sensación de placer, desconocida por el monstruo, iba llenando su cuerpo al observar una criatura tan preciosa. La mujer se puso a toser de golpe, cosa que hizo retroceder al Ordyhs atemorizado, y comenzó a escupir el agua que se había tragado en su lucha para volver a la barca. Cuando estaba un poco recuperada intentó abrir los ojos pero le pesaban mucho los párpados por el cansancio. Entre penumbras e imágenes distorsionadas le pareció ver una figura monstruosa que la observaba y no pudo evitar gritar por el susto. El monstruo, asustado por la reacción de la mujer, comenzó en mover sus grandes alas por elevarse rápidamente a los cielos, dejando tras de si una nube de arena que había levantado con el movimiento de sus alas. Mientras se elevaba observó un grupo de hombres que corrían a socorrer la mujer, al mismo tiempo que le gritaban y le tiraban piedras y otros objetos, dando por supuesto que él la había atacado. Por una parte se alegró de que ayudasen a la mujer pero por otro estaba enfadado de que le culpasen de una cosa que no había hecho. De todas maneras, lo que más le preocupaba era aquella extraña sensación que recorría su cuerpo cuando pensaba en la mujer: "es tan bonita" pensaba. Desde aquel día el Ordyhs siempre observaba, oculto, a la bella joven, se había enamorado de tanta belleza. Pero sabía que su amor era imposible, eran dos razas totalmente diferentes. Pese a todo, él la continuaba observando entre las sombras e incluso se enfrentó al gran Ordyhs negro, que era el jefe de la manada y quería que volviese con ellos. La chica notaba la presencia de su salvador cerca, su mirada observando todos sus movimientos y pese a ser dos criaturas de mundos muy diferentes, cada vez se sentía más atraída por aquel monstruo y una voz dentro de su corazón le decía que lo que había hecho aquel monstruo sólo se podía hacer por amor, un amor puro. Y así pasaron muchas lunas, hasta que la mujer cayó enferma de alguna cosa que nadie del pueblo podía curar y la pusieron en su cama esperando que sanara. El monstruo también cayó bajo la misma enfermedad y se refugió en una cueva de las montañas nevadas y allí se quedó esperando curarse. La diosa del amor y la sabiduría, Xetal, se conmovió al conocer la historia e hizo llegar a su Gran Sacerdote ante la presencia de la mujer. Y así fue como llegó al poblado con su túnica de color lila con una gran capucha que le cubría toda la cabeza e incluso el rostro, preguntó donde estaba la mujer enferma y le acompañaron a su lado. Él se acercó, puso su mano derecha sobre su pecho y se puso en rezar. Después de lo que parecía un conjuro se comunicó con su diosa con la mente y esta le transmitió su voluntad. Para ayudar a la mujer, que tenía una desazón tan fuerte de estar con el ser que la había salvado de la muerte, se necesitaban unos ingredientes muy especiales y mágicos para preparar una poción que la salvaría de esta desazón de muerte. El Gran Sacerdote, después de saber la voluntad de su diosa, encendió uno vela mágica al lado de la cama y eligió seis hombres del pueblo para que fuesen a buscar todos los ingredientes que se necesitaban para preparar la pócima: pétalos de la flor de Edoc que crece en el valle de Serueh, la fruta de Edas que brota en los matorrales que arraigan en las montañas de las minas de Ayron, ramas de las hierbas de Ynamor cerca del bosque de piedra y hojas de Areugon que desafían los fuertes vientos que castigan las cimas de las montañas rocosas. Mientras los seis aventureros buscaban todos los componentes, el Gran Sacerdote viajó hasta una cueva en la cima de las montañas nevadas donde se había refugiado el Ordyhs, se puso a su lado e hizo el mismo conjuro. Tenía la misma desazón de muerte que su querida y, ya que no podían estar juntos, había elegido morir. El Gran Sacerdote encendió una vela mágica y la puso a su lado mientras se arrodillaba y esperaba el regreso de los seis hombres con los ingredientes de la poción. Sólo uno volvió, pero llevaba todos los elementos que se necesitaban y los dejó dentro de un círculo mágico de pociones que había dibujado en el suelo, tal y como se lo habían mandado. La diosa, desde su santuario y usando el Gran Sacerdote de intermediario, los mezcló en un recipiente divino y preparó la poción. Cuando la tuvo acabada, dijo al Gran Sacerdote que solo faltaba un ingrediente muy especial para completar la pócima y hacerla efectiva, pero éste estaba en el interior de los dos seres que tenían que tomar la poción y si este elemento era puro el efecto mágico sería el deseado. El Gran Sacerdote dio la parte de la pócima que le correspondía al Ordyhs y, cuando acabó de tragársela, la llama de la vela que había a su lado se apagó. Repentinamente, una nube de humo y luces mágicas cubrió el cuerpo del monstruo y pasados unos segundos, al igual que había aparecido se desvaneció la nube dejando ver el nuevo cuerpo del Ordyhs, que no era otro que un cuerpo humano. Cuando se despertó estaba un poco aturdido por su nueva apariencia, pero se sentía muy feliz. Se puso la ropa que el Gran Sacerdote le había llevado y fueron corrido al pueblo de la mujer por darle la otra parte de la poción. Al llegar toda la gente estaba expectante para ver que pasaría. Los dos entraron en la casa y le dieron la pócima. La llama de la vela también se apagó y la nube mágica rodeó su cuerpo. Cuando se desvaneció la mujer volvió en sí y al abrir los ojos y observar aquel hombre delante de su cama se sintió muy feliz. Sobraban las palabras, sus corazones ya habían hablado y después de unos momentos de miradas de complicidad se fundieron en un abrazo tan fuerte que nada no podría separar. Así los bendijo la diosa Xetal, pero lo que ella desconocía se que a la diosa Nasha no le había gustado ni un ápice lo que había hecho, rompiendo el orden de las razas que ella había creado y establecido. Como venganza, maldijo la pareja con la peor de las maldiciones: de día él sería un Ygrú, mitad águila mitad felino y ella una mujer, pero al anochecer él sería un hombre y ella una Draday
, un duende del bosque con forma femenina unida por siempre a un árbol. Juntos por siempre y separados por el resto de sus vidas."
-- Y así fue como tuvieron que vivir, huyendo del pueblo, solos, escondiéndose e intentando encontrar a alguien que los ayudase a deshacerse de su maldición. Venga chicos-- finalizó el abuelo-- la historia ya se ha acabado, ya os podéis poner a dormir.
-- Un momento abuelo-- dijo Shenugue-- ¿por que la diosa Nasha no volvió a transformar el hombre en Ordyhs
en lugar de otro monstruo?
El abuelo ya se había levantado de la cama y hacía camino hacia la puerta, se paró y se giró para mirar los chicos con una sonrisa.
-- Por que la diosa pensó que si lo volvía a su estado anterior sería demasiado fácil para él sobrevivir y eso no sería ningún castigo.-- respondió mientras continuaba caminando hacia la puerta.-- Buenas noches.
Los dos chicos se metieron dentro de la cama para dormir. El abuelo ya había cruzado la puerta y estaba apunto de cerrarla cuando Lynn
se incorporó por que alguna cosa aún le bailaba por la cabeza.
-- Abuelo-- medio gritó para no despertar a nadie-- ¿y que pasó con los dos enamorados?
El abuelo se quedó un instante pensando, se miró su nieto y, guiñándole
el ojo, le respondió:
-- Eso, amado Lynn, es otra historia.

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